¿Te imaginas empezar a tocar un instrumento musical después de la jubilación? ¿Estudiar una carrera universitaria a partir de los ochenta años o trabajar en una actividad de nuestro gusto por el mero placer de sentirse realizado? ¿Quieres encontrar tu propósito vital? Continua leyendo.
Para un gran número de séniors, esta es su realidad: vivir de manera activa, expandiendo nuestros horizontes y aprendiendo cosas nuevas. Es un sueño al alcance de muchos.
Sin embargo, esto no es sencillo. Muchas veces debemos vencer un gran número de resistencias mentales y encontrar la motivación para realizar lo que nos gusta.
¿Cómo podemos hacerlo? En Japón, donde la gente tiene la esperanza de vida más alta del mundo, muchos adultos mayores han encontrado una clave para una longevidad sana y feliz: se trata del Ikigai, o propósito vital.
¿Cómo podemos encontrar nuestro Ikigai? ¿De qué forma se relaciona este concepto con una vida feliz y activa para los séniors? En las siguientes líneas desarrollaremos este interesante concepto y te daremos algunas claves para poder conseguirlo.
En la isla japonesa de Okinawa se encuentra una de las Blue Zones, o zonas azules del mundo: regiones de longevidad extraordinaria donde la gente vive más de cien años, de los cuáles ya te hablamos en este artículo.
Si bien las investigaciones atribuyen esta larga longevidad a la dieta a base de vegetales y pescado, los investigadores encontraron algo más. Se trata del Ikigai, una palabra japonesa que puede traducirse como “propósito” o “plan de vida”.
Los investigadores descubrieron que el Ikigai, uno de los elementos de la cultura japonesa más arraigados, puede contribuir al retraso en la aparición de enfermedades neurodegenerativas de manera notable.
Así pues, encontrar nuestro motivo para levantarnos todos los días es clave para una vida activa. Para encontrar nuestro propósito, podemos inspirarnos con algunos ejemplos reales que veremos a continuación.
Según Héctor García, autor de Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz, en Japón es habitual “ver lo activa que sigue siendo la gente incluso después de jubilarse. De hecho, un gran número de japoneses nunca se retira, sigue trabajando en lo que le gusta, siempre y cuando su salud se lo permita”, según comenta en su publicación.
Así pues, podemos encontrar numerosos ejemplos de personas que han hecho de los años posteriores a la jubilación una oportunidad para aprender y disfrutar haciendo todo tipo de cosas.
Este es el caso de Masako Wakamiya, una señora que tras su jubilación decidió que iba a emplear su tiempo estudiando. Aprendió de manera autodidacta informática y computación. En 2017, siendo octogenaria, hizo historia al convertirse en la persona de mayor edad en crear una aplicación para Apple. Para esta valerosa mujer, su Ikigai es el trabajo que realiza con aplicaciones de informática.
Podemos incluso encontrar casos increíbles de personas mayores que superan retos que jamás imaginaríamos. El alpinista japonés Yuichiro Miura es una de esas personas para las cuales la edad no es más que un número.
Miura ha sido un aventurero de toda la vida. En 1970 descendió del Everest Esquiando, ha hollado la cumbre de todos los continentes y participado en un sinfín de aventuras. A medida que iba cumpliendo años, decidió que no iba a dejar de hacer su pasión en la vida: escalar los picos más altos de nuestro planeta.
Tal es así que en 2013, recién cumplidos los 80, volvió a escalar el Everest convirtiéndose en la persona de mayor edad en hacerlo. Este aguerrido aventurero nipón nos muestra que con la preparación, la voluntad y el propósito adecuados, cualquier reto es posible a cualquier edad.
Como es lógico, no todos podemos ni queremos escalar un ochomil o aprender informática avanzada a ciertas edades. Los ejemplos antes mostrados nos sirven de inspiración para darnos cuenta de que, sea cual sea nuestra edad o condición, si tenemos un propósito podremos vivir una vida llena de sentido y motivaciones.
Ahora bien ¿Cómo encontramos nuestro Ikigai? En muchos casos no es tarea fácil, pero podemos encontrar pistas si miramos en nuestro interior.
En algunos casos podemos tener una afición o hobby al cual no le dedicamos el suficiente tiempo cuando éramos más jóvenes. Pensemos en actividades como tocar un instrumento, pintar al óleo o la jardinería. Quizás en algún momento descubrimos que nos gustaba pero, por falta de tiempo en nuestra ajetreada vida laboral lo acabamos abandonando.
Así pues, llegados a una edad podemos recobrar todas aquellas actividades que nos gustaba hacer. Quizás es momento de recuperar aficiones perdidas y dedicarle el tiempo que merecen,
En otros casos puede que no tengamos claro qué es lo que nos gusta. Para descubrir nuestro propósito vital, debemos tener la mente abierta a nuevas experiencias y actividades. Probar cosas nuevas, experimentar con lo que nos ofrece la vida es una manera ideal de encontrar algo que nos motive y sea nuestra razón vital.
Apuntarse a un coro, aprender nuevos deportes, empezar a realizar una disciplina artística… Son maneras de conocer aspectos de la vida e incluso de nosotros mismos que quizás desconocemos y que nos ayudan a encontrar el sentido de nuestra vida.
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